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Las aptitudes - Su importancia y cómo desarrollarlas

Mucho se ha hablado ya acerca de las aptitudes. Sin embargo, ¿tenemos realmente claro lo que son? Una posible definición alude a esas capacidades que una persona tiene para lograr un objetivo.


Las aptitudes se refieren tanto al ámbito psicológico como al físico o corporal. Podemos hablar de aptitudes muy condicionadas por la genética y de otras que han sembrado y cultivado el propio ambiente. Así, podemos decir que hay personas que nacen especialmente dotadas para ejercer una labor en determinados campos y también personas que consiguen compensar esa carencia aptitudinal gracias a una gran actitud, mucha formación (Conocimientos) y práctica recurrente (Habilidades).


La importancia de las aptitudes


“Quod natura non dat, Salmantica non praestat”

(en español: Lo que la naturaleza no da, la universidad no lo otorga)


Este viejo proverbio latino ya nos adelantaba en buena medida la conclusión de Buckingham & Clifton en su libro “Now, discover your strenghts” (Gallup, 2001). Luego de un estudio mundial de 30 años llevado a cabo por Gallup, los autores accedieron a la información de más de 2 millones de personas exitosas en áreas muy diversas.


Imaginemos por un instante que pudiéramos conversar con los mejores maestros, directivos, vendedores, deportistas, ingenieros, artistas y médicos del mundo, y pudiéramos preguntarles cómo lograron su extraordinario desempeño.


Como es de esperar, en profesiones tan diversas encontraríamos gran variedad de conocimientos, motivaciones, talentos, y mucha práctica. La cosa se pondría interesante cuando empezáramos a identificar patrones. Pues bien, resulta que, en la gran mayoría de los casos, el ingrediente excluyente para un desempeño extraordinario fue el talento o aptitud natural.


Las aptitudes

Según los autores, las aptitudes o talentos “son patrones recurrentes de pensamiento, sentimiento o comportamiento que se puedan aplicar productivamente”.


¿Cómo podemos desarrollar las aptitudes?


Las aptitudes, en definitiva, son características que traemos de manera hereditaria en nuestra carga genética y que se consolidan durante la formación temprana. Dependiendo de los estímulos que recibimos de nuestros padres, hermanos, maestros, compañeros, mascotas y entorno, nuestro cerebro queda "cableado” de forma particular, y llegamos a la adolescencia siendo, de determinada manera, única e irrepetible.


Algunos ejemplos de aptitudes o talentos son el oído musical, la memoria, la inteligencia espacial, la oratoria, o el pensamiento estratégico.


Volviendo al proverbio latino, lo más interesante es que, por una cuestión puramente fisiológica, a partir de la adolescencia, nuestro cerebro, en lugar de desarrollar nuevas sinapsis (conexiones entre neuronas), trabaja con las que ya fueron construidas y reforzadas. Por ese motivo, ya no podremos desarrollar nuevas aptitudes. En términos coloquiales, es lo que hay.


Dato interesante: ¡no se trata tanto del sector en el que te desempeñes, sino del rol que ocupas! Desde esta óptica, un médico y un mecánico se parecen mucho, porque tienen un talento natural para reparar cosas (¡solo que el médico repara cosas que deben permanecer en marcha!).


¿Cómo aplicar esto de manera práctica?

  1. A nivel individual, tenemos la oportunidad de identificar nuestros talentos y asociarlos a una vocación, lo cual nos hará naturalmente más felices.

  2. A nivel social, tenemos la responsabilidad de hacer algo productivo con nuestros talentos: ¿En qué soy naturalmente bueno? ¿Dónde puedo aportar más? ¿Cómo puedo volcar este talento para hacer de mi entorno un lugar mejor?

  3. Desde la óptica organizacional, esto tiene enormes implicancias en los procesos de selección y desarrollo de equipos:

    • Selección: los líderes tenemos la responsabilidad de elegir a los más aptos para determinadas tareas. Es lo que denominamos discriminación positiva. ¿Un vendedor tímido? No es imposible, pero le va a costar mucho esfuerzo, sufrirá frustraciones y estrés. Eso impactará negativamente en los resultados (y en su felicidad!).

    • Desarrollo: los líderes debemos terminar de aceptar que es un error invertir tiempo, energía y presupuesto en intentar desarrollar aptitudes que los colaboradores (o nosotros mismos) no poseen. Además de ser frustrante para ambas partes, es mucho más eficaz ajustar el rol de la persona en la organización. Muchas veces encontramos ese recurso en la rotación interna (cambio de sector), o bien, cuando es posible, ajustando la definición del puesto (nuevas responsabilidades). Lo va a hacer mejor, lo va a disfrutar más, ¡y eso no tardará en reflejarse en los resultados!


Conclusión


¡No caigamos en la trampa del título! Las aptitudes no pueden desarrollarse. Si la persona carece de una aptitud clave para determinado rol, sería inútil intentar desarrollar dicha falencia, por ejemplo, enviándolo a un curso. Por eso es tan importante asegurarse de que la persona sea naturalmente apta para la tarea, antes de contratarla. Sólo los que son más aptos podrán ser entrenados para alcanzar un desempeño sobresaliente, aunque nunca a la inversa.


Tus colaboradores ¿En qué son naturalmente buenos? ¿Están jugando en la posición correcta en la cancha?


Y tú ¿Estás desempeñando un rol social acorde a tus fortalezas naturales? ¿Lo harías gratis?


¿Te gustaría saber más?


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